jueves, 21 de junio de 2007

Poema 15, Pablo Neruda

ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

miércoles, 20 de junio de 2007

El tema del amor en la literatura.


El amor ha sido y es motivo constante de la creación literaria, así como también de muchas otras manifestaciones de la cultura. Lo encontramos tanto en mitos y leyendas de la antigüedad, como en obras literarias contemporáneas; en expresiones musicales, pictóricas y escultóricas de distintas épocas, como en textos filosóficos, en películas, teleseries, en las letras de canciones, en fin, en múltiples y diversos productos de la cultura. Pero también, el amor constituye frecuente referencia en las conversaciones de los seres humanos, en lo que ellos escriben suele decirse que casi sin excepción todos alguna vez hemos escrito o un poema o una carta de amor o por lo menos una nota expresiva de ese sentimiento. El amor es también frecuente tema de nuestros diálogos interiores, de las confidencias que se hacen entre amigos, de las consultas que reciben sicólogos, médicos o especialistas en temas afectivos. Y es que el sentimiento y experiencia amorosos, en la inmensa variedad de sus manifestaciones, son decisivos en la existencia humana, expresión de anhelo de traspasar los límites de nuestra individualidad, de proyectarse en el otro, de fundirse y ser uno con él. El amor es una experiencia compleja que muchas veces resulta inefable, que se resiste al análisis de la razón y que ha dado lugar, en el ámbito de la creación artística, a variadas formas y modos de representarla y expresarla. Como figura mítica, Eros y Cupido aportan algunos de los símbolos con los que se sigue aludiendo al amor: arcos, flechas, ojos vendados, dardos, antorchas con los que el travieso niño inflama el corazón de los mortales, concebido también, en la cosmogonía órfica, como la fuerza que emerge del huevo de la Noche infinita que al romperse da origen al Cielo y la Tierra, el amor se representa como el centro del Universo, el núcleo de la unidad, el principio de la regeneración y de la vida, una fuerza cósmica que lo aglutina todo, un poder irresistible que puede conducir a los mortales a grandes desastres o a la plenitud de la felicidad y de la realización personal. Como tema literario, las obras de la tradición nos entregan las mil caras del amor, las que corresponden a diversas variantes de los dos tipos o concepciones del amor que dominan en la literatura amorosa de occidente: la del amor pasión o sensual y la de la idealización del amor y del ser amado, ambos asociados a otros grandes temas literarios como el tiempo, la finitud, la muerte, latrascendencia, el ansia humana de infinito y trascendencia, la búsqueda de la unidad y la completación del ser, el anhelo de felicidad y plenitud, la experiencia de la soledad, el dolor, el sufrimiento por la imposibilidad, la ausencia, la separación del ser amado, en fin, toda la gama de aspectos y dimensiones de la interioridad que se desatan y fluyen a influjos del sentimiento amoroso. La literatura amorosa viene a ser así un asedio a esa compleja experiencia afectiva que resulta tan difícil de expresar, que parece resistirse al poder de la palabra para expresarla y que, sin embargo, ha producido algunas de las más hermosas y significativas obras de la literatura universal. Algunas de ellas son materia de esta unidad y su lectura, además de ponernos en contacto con la creación de grandes escritores y acceder al conocimiento de obras clásicas de nuestra cultura, nos aproxima a una mejor comprensión de una
experiencia fundamental en la vida de todo ser humano.





L'amour

Don Quijote y dulcinea.


Estos dos personajes cuya irrealidad quiso remarcar Cervantes con gruesos trazos, responden a unos caracteres tan marcados de la realidad humana, que han pasado a la inmortalidad al igual que otras grandes parejas de enamorados inmortalizadas por la leyenda.

Don Quijote de la Mancha es la viva estampa del noble caballero que vivía en su arcaico mundo caballeresco: el creador del AMOR CORTÉS, que marcó el camino al actual concepto del AMOR. Un mundo que habiendo sido una poderosa realidad a lo largo de toda la edad media, fue idealizado en las novelas de caballerías, pasando de este modo a su dimensión irreal e intemporal. De esa dimensión tomó modelo Don Quijote.

Su condición de caballero le impone a Don Quijote la obligación de entronizar en su corazón una gran dama en cuyo servicio serán todas sus andanzas de caballerías. No habiendo en la realidad nada que requiera los servicios de la caballería, a nuestro caballero no le queda más servicio que el de su dueña, la sin par Doña Dulcinea del Toboso.

Limpias pues sus armas, nos cuenta Cervantes para rematar el primer capítulo de su genial obra, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma. Decíase él: Si yo, por malos de mis pecados, o por mi buena suerte, me encuentro por ahí con algún gigante, como de ordinario les acontece a los caballeros andantes, y le derribo de un encuentro, o le parto por mitad del cuerpo, o finalmente le venzo y le rindo, ¿no será bien tener a quien enviarle presentado, y que entre y se hinque de rodillas ante mi dulce señora, y diga con voz humilde y rendido: “Yo, señora, soy el gigante Caraculiambro, señor de la ínsula Malindriana, a quien venció en singular batalla el jamás como se debe alabado caballero Don Quijote de la Mancha, el cual me mandó que me presentase ante vuestra merced, para que vuestra grandeza disponga de mí a su talante? ¡Oh, cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quién dar nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cata dello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla DULCINEA DEL TOBOSO porque era natural del Toboso: nombre a su parecer dulce y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.

En efecto, puesto que caballero sin amores es árbol desnudo y cuerpo sin alma, Don Quijote tiene puesto su pensamiento desde el primer día en servir a su señora Dulcinea, y así manda a su fiel escudero que vaya al Toboso, dé con Doña Dulcinea y le entregue esta misiva:

El ferido de punta de ausencia, y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que además de ser fuerte es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, oh bella ingrata, amada enemiga mía, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo.

Tuyo hasta la muerte

El ingenioso hidalgo, Don Quijote de la Mancha.

Werther

Desesperación, confusión mental, sensación de vacío, profunda melancolía, pérdida de interés por las cosas y personas que nos rodean... ¿quién no ha tenido alguna vez alguna de estas sensaciones ante la imposibilidad de no ser correspondido por la persona amada?

Seguramente más de uno habrá pasado por esta desagradable experiencia aunque, imagino, sin la intensidad con la que es vivida por el joven Werther, precursor de la figura del "romántico", como ser que idealiza al objeto de su amor y, en cuya consecución va a estar dispuesto a todo, a perecer incluso, porque sin él, la vida carece de sentido.

De manera epistolar, el protagonista de esta trágica obra irá comunicando a un amigo íntimo su particular relación con una mujer, con la que mantendrá, en un principio, una amistad fluida, de la que surgirá un profundo amor, por parte de él y no correspondido por ella: es la confusión de sentimientos lo que da a la historia ese matiz angustioso y tremendista. El joven, al hacer del centro de su vida la aspiración por conquistar a su amiga, al estar esperando continuamente un imposible-ella está ya comprometida-, perderá toda motivación y esperanza por seguir viviendo.


Todas las páginas de "Werther" están llenas de poesía y de musicalidad, salpicadas por sabias reflexiones. Y se puede apreciar el estado de ánimo del joven enamoradizo, que irá de una exultante vitalidad, en una primera parte del libro, a la más y profunda angustia existencial, en la segunda parte: como la verdadera condición humana, o nos encontramos en lo más cercano a la felicidad plena o, por el contrario, en lo más hondo de un abismo. El autor, Johann Wolfgang Goethe, es considerado como un maestro en "radiografiar" los conflictos humanos. Muy recomendable.


Wherter.

Romeo & Julieta.


La desgraciada historia de Romeo es ya un drama total. No hay posible salvación en esa pareja de enamorados que pretenden desafiar a la Fortuna y al Destino. Verona los ve con indiferencia a la vez que se conmueve de las continuas luchas de dos familias poderosas que siembran el terror en sus calles. Romeo se enamorará de la hija de sus enemigos y deberá pagar su osadía con su propia vida, pues ha pretendido ser feliz.

Frente a su “mala suerte”se alza la figura de sus amigos, Mercurio y Benvolio, que son los fieles colaboradores de una empresa imposible. Romeo habla con Benvolio sobre el modo de entrar en el “castillo feudal”de su enemigo: “Temo que demasiado temprano, pues mi corazón presiente que alguna fatalidad, todavía suspendida en las estrellas, comenzará amargamente su temible curso con los regocijos de esta noche y pondrá fin a la despreciable vida que encierra mi pecho por algún golpe vil de prematura muerte. Pero ¡que aquel que gobierna el timón de mi existencia guíe mi nave! ¡Adelante, alegres caballeros!”.

Este lenguaje nos remite a oscuros presentimientos y podríamos pensar que ya desde el acto primero de la obra, Romeo sospecha que algo trágico se cierne sobre su destino. Teobaldo, de la casa Capuleto, mata a Mercucio, y Romeo se venga de él asesinándolo. El mecanismo de la destrucción ha implicado a quien acaba de casarse -gracias a los buenos oficios de fray Lorenzo- hacía tres horas. Romeo deberá ser deportado a Mantua y cuando vuelva lo hará para encontrar el cadáver ficticio de su adorada. Se suicida. Ella renace y emplea el mismo puñal que aquél. Su amor no ha durado toda la eternidad ni toda la vida, sino únicamente cinco días. Julieta es el símbolo de la luz que nos guía por las tinieblas, pero no sabe luchar contra el destino. Ambos son el tributo que la ciudad paga para que así llegue la paz.

Shakespeare recoge su materia argumental en fuentes ajenas. La trama, algunos de los pasajes e incidentes de la obra, tienen antecedentes lejanos. El casamiento secreto de dos jóvenes enamorados, el somnífero simulador de la muerte, el trágico error que impulsa el final terrible, todas estas circunstancias son las lógicas variaciones de detalle y tienen un antecedente histórico que se remonta primero hasta los poemas antiguos, los relatos griegos (Jenofonte) y, enseguida, a las obras italianas de los siglos XV y XVI. Es el primero en recoger la pietosa historia Masuccio de Salerno, en uno de sus relatos se halla la esencia de Romeo y Julieta. La mayor diferencia está en el desenlace, que igualmente trágico, varía en la circunstancia. El amante (Mariotto), proscrito, es apresado ante la tumba de su esposa que cree muerta (Gianozza) y es ajusticiado. La viuda morirá en el retiro de los claustros.

Le siguen Luigi da Porto, Mateo Bandella, una de sus novelas relata la historia de los infortunados amantes que murieron “uno envenenado y otro de dolor”. A continuación Pierre Boaisteau de quien realiza una versión inglesa
B
rooke de quien Shakespeare bebió más hondo y seguido. Se apartó de la narración de Brooke en tres cosas esenciales: a) el lapso de tiempo en la tragedia shakespiriana son ciento veinte horas y en la obra de Brooke la acción ocupa un espacio de cuatro o cinco meses. b) Mercurio antes era un simple cortesano y ahora se engrandece, se convierte en un símbolo caballeresco, fantástico, poéticamente elevado, capaz de esa maravillosa descripción de la reina Mab que lo ennoblece. c) Paris, que en Brooke se pierde, aquí vuelve junto a Julieta para morir cerca de ella.

Es una tragedia completamente diferente de todas cuantas obras se publicaron antes y después de ella con igual fundamento. La semilla, idéntica en todos los otros, jamás fructificó como bajo el impulso genial de este autor. La tragedia renacentista eclipsó a todos los dramas del momento, y no de una manera fugaz y momentánea, sino para toda una eternidad. Hay versiones más o menos fieles de otros autores europeos pero quedan en el olvido, solo ésta, la auténtica tragedia amorosa, ha perdurado por años y siglos.

Romeo y Julieta es una tragedia bondadosa, llena de ingenuidad y belleza, de sentimientos puros y limpios. Es como una sublimación del amor y la amistad. Y ese amor se enfrenta con una realidad social opuesta, llena de odio y violencia. Los amantes pertenecen a familias rivales que se odian y este odio se convierte en el destino trágico de ambos que los lleva a la muerte.
Si analizamos el curso de los acontecimientos, tendremos que convenir en que el final trágico es un infortunio, una circunstancia o varias desgraciadas. No era forzoso que el desatado amor de dos jóvenes desembocase en ese lúgubre final. Hubiera bastado con que Romeo no perteneciese a la familia de los Montesco; o aunque así hubiera sido, que Teobaldo no se tropezara con Mercurio, que fray Juan entregara la carta a tiempo, o que fray Lorenzo llegase minutos antes a la cripta. Pequeñas causas, que produjeron el desolado efecto. Es una concitación de leves hechos y no una predestinación a lo funesto. Las tragedias hondas, profundas, dónde la fatalidad pone su signo desde el primer paso, vendrían después: duda, ambición, celos, son fuerzas suficientes para producir el estallido final que casi se adivina desde un principio.

Romeo y Julieta inicia un período de perfeccionamiento en el teatro inglés. Lírica y humanidad se unen en una exaltada aspiración, y marcan a finales del siglo XVI un verdadero renacer a niveles de poesía jamás superados.

Romeo y Julieta.

Capítulo 7, Rayuela.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortazar.