miércoles, 20 de junio de 2007

Romeo & Julieta.


La desgraciada historia de Romeo es ya un drama total. No hay posible salvación en esa pareja de enamorados que pretenden desafiar a la Fortuna y al Destino. Verona los ve con indiferencia a la vez que se conmueve de las continuas luchas de dos familias poderosas que siembran el terror en sus calles. Romeo se enamorará de la hija de sus enemigos y deberá pagar su osadía con su propia vida, pues ha pretendido ser feliz.

Frente a su “mala suerte”se alza la figura de sus amigos, Mercurio y Benvolio, que son los fieles colaboradores de una empresa imposible. Romeo habla con Benvolio sobre el modo de entrar en el “castillo feudal”de su enemigo: “Temo que demasiado temprano, pues mi corazón presiente que alguna fatalidad, todavía suspendida en las estrellas, comenzará amargamente su temible curso con los regocijos de esta noche y pondrá fin a la despreciable vida que encierra mi pecho por algún golpe vil de prematura muerte. Pero ¡que aquel que gobierna el timón de mi existencia guíe mi nave! ¡Adelante, alegres caballeros!”.

Este lenguaje nos remite a oscuros presentimientos y podríamos pensar que ya desde el acto primero de la obra, Romeo sospecha que algo trágico se cierne sobre su destino. Teobaldo, de la casa Capuleto, mata a Mercucio, y Romeo se venga de él asesinándolo. El mecanismo de la destrucción ha implicado a quien acaba de casarse -gracias a los buenos oficios de fray Lorenzo- hacía tres horas. Romeo deberá ser deportado a Mantua y cuando vuelva lo hará para encontrar el cadáver ficticio de su adorada. Se suicida. Ella renace y emplea el mismo puñal que aquél. Su amor no ha durado toda la eternidad ni toda la vida, sino únicamente cinco días. Julieta es el símbolo de la luz que nos guía por las tinieblas, pero no sabe luchar contra el destino. Ambos son el tributo que la ciudad paga para que así llegue la paz.

Shakespeare recoge su materia argumental en fuentes ajenas. La trama, algunos de los pasajes e incidentes de la obra, tienen antecedentes lejanos. El casamiento secreto de dos jóvenes enamorados, el somnífero simulador de la muerte, el trágico error que impulsa el final terrible, todas estas circunstancias son las lógicas variaciones de detalle y tienen un antecedente histórico que se remonta primero hasta los poemas antiguos, los relatos griegos (Jenofonte) y, enseguida, a las obras italianas de los siglos XV y XVI. Es el primero en recoger la pietosa historia Masuccio de Salerno, en uno de sus relatos se halla la esencia de Romeo y Julieta. La mayor diferencia está en el desenlace, que igualmente trágico, varía en la circunstancia. El amante (Mariotto), proscrito, es apresado ante la tumba de su esposa que cree muerta (Gianozza) y es ajusticiado. La viuda morirá en el retiro de los claustros.

Le siguen Luigi da Porto, Mateo Bandella, una de sus novelas relata la historia de los infortunados amantes que murieron “uno envenenado y otro de dolor”. A continuación Pierre Boaisteau de quien realiza una versión inglesa
B
rooke de quien Shakespeare bebió más hondo y seguido. Se apartó de la narración de Brooke en tres cosas esenciales: a) el lapso de tiempo en la tragedia shakespiriana son ciento veinte horas y en la obra de Brooke la acción ocupa un espacio de cuatro o cinco meses. b) Mercurio antes era un simple cortesano y ahora se engrandece, se convierte en un símbolo caballeresco, fantástico, poéticamente elevado, capaz de esa maravillosa descripción de la reina Mab que lo ennoblece. c) Paris, que en Brooke se pierde, aquí vuelve junto a Julieta para morir cerca de ella.

Es una tragedia completamente diferente de todas cuantas obras se publicaron antes y después de ella con igual fundamento. La semilla, idéntica en todos los otros, jamás fructificó como bajo el impulso genial de este autor. La tragedia renacentista eclipsó a todos los dramas del momento, y no de una manera fugaz y momentánea, sino para toda una eternidad. Hay versiones más o menos fieles de otros autores europeos pero quedan en el olvido, solo ésta, la auténtica tragedia amorosa, ha perdurado por años y siglos.

Romeo y Julieta es una tragedia bondadosa, llena de ingenuidad y belleza, de sentimientos puros y limpios. Es como una sublimación del amor y la amistad. Y ese amor se enfrenta con una realidad social opuesta, llena de odio y violencia. Los amantes pertenecen a familias rivales que se odian y este odio se convierte en el destino trágico de ambos que los lleva a la muerte.
Si analizamos el curso de los acontecimientos, tendremos que convenir en que el final trágico es un infortunio, una circunstancia o varias desgraciadas. No era forzoso que el desatado amor de dos jóvenes desembocase en ese lúgubre final. Hubiera bastado con que Romeo no perteneciese a la familia de los Montesco; o aunque así hubiera sido, que Teobaldo no se tropezara con Mercurio, que fray Juan entregara la carta a tiempo, o que fray Lorenzo llegase minutos antes a la cripta. Pequeñas causas, que produjeron el desolado efecto. Es una concitación de leves hechos y no una predestinación a lo funesto. Las tragedias hondas, profundas, dónde la fatalidad pone su signo desde el primer paso, vendrían después: duda, ambición, celos, son fuerzas suficientes para producir el estallido final que casi se adivina desde un principio.

Romeo y Julieta inicia un período de perfeccionamiento en el teatro inglés. Lírica y humanidad se unen en una exaltada aspiración, y marcan a finales del siglo XVI un verdadero renacer a niveles de poesía jamás superados.

Romeo y Julieta.

No hay comentarios.: